Son largas noches
cuando soplan los vientos de
arriba,
junto con ellos
aún respiran
las heridas abiertas
así, como las venas de
Galeano,
fosas dolorosamente profundas
abismales,
en la piel
la mente
y el espíritu
de hombres nobles.
Víctor es uno de ellos
lleva en la costilla rota
el recuerdo de su hijo
a quien vio pasar
en aquel camión hace tanto
me dijo:
“le vi la otra noche
al lado de mi padre
ambos miraban desde lejos
como miran los muertos en la
noche”…
y continuó:
“pero él no será un infeliz
mas
de los que se traga el anonimato
no sucumbirá a la historia
ni al silencio
ni a la autoridad
ni al dinero
o a los malditos que lo condenaron….
para que mi hijo se muera de
verda’
deben matarnos a todos
y borrar a este mísero
pueblo”.
En ese momento pensé
que aunque lo hicieran
les quedaría la duda....
¿habremos hecho lo
suficiente?...
¿servirá para callarlos a
todos?
patético pensamiento
que los acompañará
y perennemente meditarán
en su almohada
de plumas de ganso
en su cálido y provisional aposento;
todo esto los ocupará
mientras los gigantes despiertan
de su eterno “letargo”.