Con las fauces abiertas
se dibujaron sus siluetas
en el claro de luna,
sus dientes crujian con cada movimiento
se rindiò ante la llanura
y la bestia despedazò lo poco que quedaba
de su dispersa humanidad.
La càlida sangre
se extendiò
por la tierra,
por la piedra
de las que brotaba un hùmedo aroma
de lluvia recien caìda.
Asì, los pastos revivieron
con un rojo palpitante,
con espìritu frenètico
siempre a la espera de su visita...
Menguò la luna otra vez
el olor a sangre la hizo volver,
esta vez la bestia gimiò de dolor.
Sentòse en la misma piedra
entonces...
la tierra,
nuevamente alimentada
con la sangre
abriò las fauces
y se la tragò entera.
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Ashram
Cabeza (1982) Basquiat Pedí al universo transformación me vomitó hacia la realidad esta existencia mia. Pedí luz...
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