Cansado vuelve con el
atardecer
lleva la selva a
cuestas,
reposa en la hamaca
tiene hambre y sed
de su frente
brotan las arrugas
las manos le duelen
de la dura faena
Pa’ ganarse el pan
que ha perdido
en la barra del bar.
Reducido al monte que
le rodea
mira y se pierde en
el techo de paja
como buscando una
señal,
se siente perdido
en su propio laberinto.
El curtido cuero de
su humanidad
lo hace aparentar más
de lo vivido
y aunque piensa que
está solo
los “otros”
le hacen compañía
no puede verles, pero
les escucha.
al instante el
cansancio le vence
allá…en su letargo
sueña con sus hijos
que están al otro
lado de la frontera, con su madre.
En el trance, le ha
extendido la mano
él la acepta
esta noche viajará
con ella,
los pájaros cantan
y así
como nada
el amanecer le espera
presto
a tragarse sus manos.
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